-V-
(a la que me entrego su flor de doncella)
Dulce manzana
Mi hambre encontró tu cuerpo,
te entregaste a mis palabras,
con ellas te amé esa noche
y como un lobo ansioso por la luna
te desnudé como si fueras invisible,
huí oculto por el manto violáceo del alba
con tu flor de doncella entre mis versos.
-VI-
(a la que me hirió el corazón)
Quizá fue la más amada,
y fue quien me hirió más el corazón,
volviendo más triste mis ojos ya tristes.
En su vientre nacía el día
y comenzaba la noche.
¡ Esta herida que dejó,
este vacío, este silencio,
esta angustia y sus cien patas peludas !
Andará por ahí contando que fue víctima,
que la amé mucho, que la besé demasiado,
que le hacia el amor diariamente,
que tenía varios orgasmos en el día,
que mis versos eran suyos,
¡ en fin, quejarse era su costumbre !