miércoles, 16 de enero de 2008

DESMEMORIA II


Olvidar en un golpe de viento y de hojas
las cicatrices que la angustia dejara.

Con sólo pensar en esa tristeza que tuve
se me llenan los ojos nocturnos de mar.
De sólo pensar en un árbol abandonado
se me caen despacio las hojas del alma.

De escuchar la soledad de la lluvia
naufragó de pronto en copa de vino.
De sentir a veces la noche una herida,
con los gitanos desangro loicas y grillos.

Jamás sabrás, olvidanza, lo que siento
cuando tu nombre de pronto aparece,
cada vez que transito por las tumbas vacías
que en mi memoria de luna florecen.

Vuelvo mi rostro hacia el poniente
y veo como se marcha lento el olvido.
Vuelvo mi corazón hacia la aurora
para cerrar heridas en el lucero que habito.

Levanto en las olas desnudas mis sueños,
despliego mis velas y con dolor escribo,
“nací bajo la luz de una llama lejana
cuando los astros tiritaban de frío”.

Conocí el enojo breve y terrible de Dios
cuando desnudo expulsado fui del paraíso,
he muerto tantas veces en campo de Marte
como días y horas puede marcar un siglo.

Así como he muerto y me han matado,
tantas veces también desnudo he nacido,
llevo el pecado original en mi carne,
¡una manzana me acuso haberla mordido!

Ahora, espero el día o la noche desnuda
tal vez antes que muera este largo milenio,
que me anuncie con son de trompetas
¡Qué por fin, por fin ha llegado el olvido!