lunes, 5 de noviembre de 2007

DESMEMORIA I


A la hora húmeda y solitaria del silencio

cuando solamente el tan tan del corazón

acompaña nuestra tristeza derramada

¡Qué ancho es el mar de la noche!

Alzo el grito de mi sangre araucana,

me rebelo contra el sentido de rotación de la angustia,

¡Qué largos minutos de pronto

hacen tan corta la vida!

Un azul de luna

repta por las piedras sudorosas de sombras.

Hay humedad de estrellas

entre los exhumados in-recuerdos.

Cuando el forense, a quien no conozco,

me abra el cráneo como una sandia,

¿me sacará esta voz que me hablo toda la vida

y que insistió el otoño en llamarla hojarasca?

y que insistieron los médicos en llamarla locura,

y que insistieron los brujos en considerarlo un hechizo,

y que insistieron los curas en llamarlo pecado,

y que insistieron los grillos en llamarla poesía.

Y que insistió el Walter pineda en llamarla memoria?

Y cuando exploren

los brujos, chamanes, vampiros y carniceros

con sus largos cuchillo y lenguas

este corazón tan remendado

¿Encontrarán ese dolor lancinante,

y que las alondras bautizaron, tristeza?.

¿Encontrarán de un naufragio argonauta

la proa la popa y el ancla?

¿Encontrarán de una Loica su tumba,

o la cicatriz de la herida que lleva directo a mi alma?

jueves, 20 de septiembre de 2007

LA HERIDA DEL GUERRERO


Yo, guerrero de la luz de Mizar

Y los aceros de Milano,

¡Recibí tantas heridas en batallas!

Pero la más feroz recibida y cuya

Cicatriz de fuego podéis ver aún

Aquí en mi pecho lombardo,

desde el corazón al alma,

me la hizo la mujer que amo…¡¡¡

LA NOCHE DESNUDA - POEMA II


Cuando esta tristeza profundamente propia

Me arremete con sus fríos cuchillos

Solo quiero irme lejos y llorar mi pena de grillo

A la orilla salada del mar…

Me siento morir en silencio dentro de mi corazón

A veces no existo

A veces me olvido de mi nombre y mi sombra

A veces…simplemente quisiera morir

con toda esta hojarasca

Que de mi alma cae…

Aquí, en medio de este silencio…en silencio

Muero en vida…lejos de tus brazos

sábado, 28 de julio de 2007

ASOMBRO


Un crepúsculo con todo su armería desplegada

Un golpe de ola en la roca

y su arboleda húmeda de sal

abriendo toda una constelación

me produce asombro…

Una calle melancólica de lluvia

donde las ausencias caminan.

Una rosa doblada como cisne

Dejando caer su pétalos como lágrimas,

Me produce asombro…

La soledad dura de la montaña

Donde cava el silencio su propia mina.

Los grillos levantando las faldas

De la aurora húmeda del otoño,

Me produce asombro…

A solas con mis sentidos

Recuerdo el instante palpitante

De aquella tarde cuando me regalaste

Tu desnudez de diosa lombarda…

Simplemente me quede sin palabras…

( a la que amó y no pudo ser amada )


Ella me amaba,

yo no podía amarla,

me entregó sus besos,

acepté sus besos,

se entregó desnuda,

la acepté desnuda, pese a no amarla.

Me ofreció el espacio de sus brazos,

acepté el espacio, pese a no amarla.

Lloró una madrugada,

lloré con ella, pese a no amarla.

Se quedó dormida entre mis brazos.

Desperté entre sus pechos cálidos,

pese a no amarla.

Ella, la que me amaba,

se fue en el alba con los grillos,

la lloré como un niño, pese a no amarla.

Ella, la que yo no amaba,

se vistió de hojas y se hizo otoño,

y no me dejó nada para sepultarla,

pese a que me amaba.

( a la que se extraña cada noche )


El mundo es ajeno sin ti,

huele a ausencia este cuarto,

este lecho en que duermo,

este mar que escucho, este mar que salo,

esta soledad que dejaste por compañía,

este silencio de óxidos que me hiere,

estas largas noches que los grillos constelan.

Entristezco sin tus besos,

aún el lecho huele a ti,

y en el alba, a tres pasos al norte del lucero,

bajo una errante estrella que apenas se sostiene

estoy cavando con los grillos en silencio su tumba.

miércoles, 11 de julio de 2007

( a la que por miedo no quiso amar )



Temblaba entre mis brazos,

padecía de angustia a la hora de la luna,

huía entre las hojas que bajaban de los árboles,

a media tarde, a medianoche, se volvía sombra.

En largos silencios impenetrables como piedras

se escondía y allí a sí mismo se negaba.

La sentí estremecerse bajo la presión de mis besos,

Recuerdo sus suspiros, su hambre, su hoguera,

Su perfume, su calor, sus húmedos besos,

y con su herida acuestas por la madrugada huyó desnuda,

recién amada, saló el rocío con su llanto,

la vi huir por la ancha noche y la estrecha aurora,

con miedo en su corazón de alondra, para siempre...

(a la que se fue sin mi perdón)


En alguna parte del eco roto como un vidrio.

Tal vez en el fondo azul de una luna.

O en el latido que arde en las rosas,

posiblemente en sombras que se quedaron

como apagados óleos colgando sin vida

en las paredes de un cuarto,

en el silencio que cambió de nombre,

y en la madrugada que mudo su estrella

quedó el perfume novel de su boca,

el oleaje dulce de su vientre.

Sé su nombre,

lo podría recordar cada día, si así lo quisiera,

pero mi boca que tantas veces la besara

ha prohibido nombrarla por decreto de luna.

Ahora, esta desnuda a merced de las olas,

Hoy sin embargo no sé cómo llamarla,

quedó sola al final de una tarde lluviosa,

y aunque quisiera llamarla

en las campanas que rompen el día

y anuncian la noche sin ella…

una lágrima en la aurora

me recuerda que hoy yace sin vida

a seis pies bajo la tierra.

viernes, 22 de junio de 2007

DESMEMORIA - POEMA V Y VI


-V-

(a la que me entrego su flor de doncella)

Dulce manzana

Mi hambre encontró tu cuerpo,

te entregaste a mis palabras,

con ellas te amé esa noche

y como un lobo ansioso por la luna

te desnudé como si fueras invisible,

huí oculto por el manto violáceo del alba

con tu flor de doncella entre mis versos.

-VI-

(a la que me hirió el corazón)

Quizá fue la más amada,

y fue quien me hirió más el corazón,

volviendo más triste mis ojos ya tristes.

En su vientre nacía el día

y comenzaba la noche.

¡ Esta herida que dejó,

este vacío, este silencio,

esta angustia y sus cien patas peludas !

Andará por ahí contando que fue víctima,

que la amé mucho, que la besé demasiado,

que le hacia el amor diariamente,

que tenía varios orgasmos en el día,

que mis versos eran suyos,

¡ en fin, quejarse era su costumbre !

miércoles, 16 de mayo de 2007


II

Olvidar en un golpe de viento y de hojas

las cicatrices que la angustia en el pecho dejara.

Con sólo pensar en esa tristeza que tuve

se me llenan los ojos nocturnos de mar.

De sólo pensar en un árbol abandonado

se me caen despacio las hojas del alma.

De escuchar la soledad de la lluvia

naufrago de pronto en vaso de agua.

De sentir a veces la noche una herida,

con los grillos gitanos desangro las loicas.

Jamás sabrás, olvidanza, lo que siento

cuando con tu nombre de pronto tropiezo,

cada vez que transito por las tumbas vacías

bajo la clara hoz de la luna.

¡Olvidarlo todo en un puñado de tierra!

Vuelvo mi rostro hacia el poniente

y veo como se marcha lento el olvido.

Vuelvo mi corazón hacia la aurora

para cerrar heridas con el lucero que respiro.

Levanto en las olas desnudas mis sueños,

despliego mis velas y con dolor escribo,

“nací bajo la luz de una llama lejana

cuando los astros tiritaban de frío”.

Conocí el enojo breve y terrible de Dios

cuando desnudo expulsado fui del paraíso,

he muerto tantas veces en campo de Marte

como días y horas puede marcar un siglo.

Así como he muerto y me han matado

tantas veces también desnudo he nacido,

llevo marcado el pecado original en mi carne

porque una manzana me acuso haberla mordido.

Ahora, espero que el séptimo sello se rompa

tal vez antes que muera este largo milenio,

que nos anuncie con son de trompetas

¡Qué por fin nos ha llegado tu reino!

¡Lo que nos ha costado vivir esta espera!,

de no encontrarte un día en tu prisionero madero.