Somos complices en
este silencio que nos ata
En esta desnudez
que nos hace vulnerables
En este deseo que
arde cuan hoguera carnal
En la mirada que
nos anuda en raices y ramas
En palabras que no
se dirán porque sobrán.
Vienes a mi
envuelta en tu sonrisa que me amo
En ese aroma a
selva humeda que arde en orquídeas
En esa esencia
terrenal que trae el cielo en sus pétalos
En ese deseo que te
quema en la mirada
Y que te eriza la
piel si te acercas a mis labios.
Vienes como una
brisa a mis pensamientos
Te viste con la
desnudez de la noche en mi mano
Hueles al boldo y
al laurel fragmentados en canela
Te disuelves en mi
lecho como humedo rosal
En Ti, Mujer, mi
sistema planetario gira en tu cintura
Y en la forma de
lunas de tus pechos
Y en la frutas que
tienes en los labios
Simplemente,
complices de mis pecados
Vienes entre
encajes y trasparencias propias de tu piel
Yo solo de verte me
inquieto como falla geologica, y tiemblo.
Solo de pensarte en
mis manos atrapada tu cintura, me derrito.
De imaginar tu piel
en la punta de mis dedos, me quema.
De inventarme tu
presencia entre las sabanas, no duermo.
El fuego que corre
por Tu cuerpo
es la sangre que
irriga cada jardin de tu alma,
soy el jardinero
que hace crecer las flores de tus deseos.
Siento tu piel
caliente palpitando en mis manos
tu humedad
atrapándome con su jaula de sensaciones,
mi corazón quemando
carbones de deseos
en profunda
combustión con tus sentidos.
Cobriza veta de mi
carnal geología,
Trigal maduro que
en mi molina eres harina,
En la conjunción de
nuestros deseos bajo el espejo de la luna,
Donde Tú eres yo, y
Yo soy Tú
Al contactos de
nuestras bocas se muta el aire
Al roce de nuestras
miradas se altera el átomo
Al tacto de nuestra
piel ebulliciona la luna
Somos el producto
de una reacción en cadena
Complices abjurados
de una comunión profunda
Donde somos la red
tejida en un nudo intenso
Greda caliente y
humeda, miel pura y derretida…
©WPineda