lunes, 15 de julio de 2019

DIBUJANDO CON EL VIENTO



Mirando entrar la noche
por la proa del Oeste
cuando el crepúsculo es melancolía,
semilla invisible son los pensamientos
que caen entre los surcos húmedos
de un horizonte que se hunde en el alquitrán
constelado de estrellas frías y lejanas.
Siento una presencia en el camino de mis venas,
pasos en los aposentos de mi corazón,
dedos en mis sentidos corriendo descalzos,
brisas cálidamente aromáticas en mi silencio,
sombras subiendo por la cal de mis recuerdos.
El mar escribe sus salmos de sal y arena,
poemas que anclan en el muelle del pecho,
desembarcan las penas sus uvas
como besos que nunca se han dado,
desembarcan los anhelos sus cerezas maduras,
se acopian en la bahía de la medianoche
como hormigas ávidas de carne tibia
poemas de verbos que queman y vulneran.
El viento va con las golondrinas dejando primaveras,
la ciudad es un frío cemento de sombras,
se arrastra el silencio y dobla las esquinas,
raya los muros del alba con los grillos poetas.
El lucero se cuelga de la hoz de la luna,
tengo las manos llenas de sus pétalos de cuarzo
y mientras escribo con su tinta harina
sobre el umbrío papel que enrolla la noche
“dibujo con el viento
nostalgias en forma de hojas y alondras,
porque en mi sangre mi alma artesana
quiere sembrar poesía”…

Walter Pineda©2019