sábado, 28 de julio de 2007

ASOMBRO


Un crepúsculo con todo su armería desplegada

Un golpe de ola en la roca

y su arboleda húmeda de sal

abriendo toda una constelación

me produce asombro…

Una calle melancólica de lluvia

donde las ausencias caminan.

Una rosa doblada como cisne

Dejando caer su pétalos como lágrimas,

Me produce asombro…

La soledad dura de la montaña

Donde cava el silencio su propia mina.

Los grillos levantando las faldas

De la aurora húmeda del otoño,

Me produce asombro…

A solas con mis sentidos

Recuerdo el instante palpitante

De aquella tarde cuando me regalaste

Tu desnudez de diosa lombarda…

Simplemente me quede sin palabras…

( a la que amó y no pudo ser amada )


Ella me amaba,

yo no podía amarla,

me entregó sus besos,

acepté sus besos,

se entregó desnuda,

la acepté desnuda, pese a no amarla.

Me ofreció el espacio de sus brazos,

acepté el espacio, pese a no amarla.

Lloró una madrugada,

lloré con ella, pese a no amarla.

Se quedó dormida entre mis brazos.

Desperté entre sus pechos cálidos,

pese a no amarla.

Ella, la que me amaba,

se fue en el alba con los grillos,

la lloré como un niño, pese a no amarla.

Ella, la que yo no amaba,

se vistió de hojas y se hizo otoño,

y no me dejó nada para sepultarla,

pese a que me amaba.

( a la que se extraña cada noche )


El mundo es ajeno sin ti,

huele a ausencia este cuarto,

este lecho en que duermo,

este mar que escucho, este mar que salo,

esta soledad que dejaste por compañía,

este silencio de óxidos que me hiere,

estas largas noches que los grillos constelan.

Entristezco sin tus besos,

aún el lecho huele a ti,

y en el alba, a tres pasos al norte del lucero,

bajo una errante estrella que apenas se sostiene

estoy cavando con los grillos en silencio su tumba.

miércoles, 11 de julio de 2007

( a la que por miedo no quiso amar )



Temblaba entre mis brazos,

padecía de angustia a la hora de la luna,

huía entre las hojas que bajaban de los árboles,

a media tarde, a medianoche, se volvía sombra.

En largos silencios impenetrables como piedras

se escondía y allí a sí mismo se negaba.

La sentí estremecerse bajo la presión de mis besos,

Recuerdo sus suspiros, su hambre, su hoguera,

Su perfume, su calor, sus húmedos besos,

y con su herida acuestas por la madrugada huyó desnuda,

recién amada, saló el rocío con su llanto,

la vi huir por la ancha noche y la estrecha aurora,

con miedo en su corazón de alondra, para siempre...

(a la que se fue sin mi perdón)


En alguna parte del eco roto como un vidrio.

Tal vez en el fondo azul de una luna.

O en el latido que arde en las rosas,

posiblemente en sombras que se quedaron

como apagados óleos colgando sin vida

en las paredes de un cuarto,

en el silencio que cambió de nombre,

y en la madrugada que mudo su estrella

quedó el perfume novel de su boca,

el oleaje dulce de su vientre.

Sé su nombre,

lo podría recordar cada día, si así lo quisiera,

pero mi boca que tantas veces la besara

ha prohibido nombrarla por decreto de luna.

Ahora, esta desnuda a merced de las olas,

Hoy sin embargo no sé cómo llamarla,

quedó sola al final de una tarde lluviosa,

y aunque quisiera llamarla

en las campanas que rompen el día

y anuncian la noche sin ella…

una lágrima en la aurora

me recuerda que hoy yace sin vida

a seis pies bajo la tierra.